miércoles, 15 de junio de 2016

Meditaciones

Reparemos en nuestra existencia y preguntemonos a nosotros mismos que nos ha hecho ser como somos. Vivimos ajenos a un mundo lleno de injusticias y crecemos conforme éstas se implantan en nuestro pensamiento sinuosamente. El tiempo transcurre, y a medida que crecemos se despiertan en nuestro interior infinidad de miedos e inseguridades, producto de esas convenciones morales que nos inculcan desde niños. Es pues, la sociedad quien nos instruye afín a unos valores preestablecidos, dentro de unos límites inquebrantables que impiden es desarrollo de la humanidad, y de esta forma nace la desconfianza. La desconfianza en un Estado que impide la formación de sus ciudadanos conforme sus capacidades intelectuales, oprimiendo así las necesidades que el mismo necesita satisfacer para la prosperidad del mismo. Pero esto no genera un verdadero problema, el problema está en la incapacidad a la que nos aferramos, alejándonos de los problemas con la esperanza de que desaparezcan como mero destello de luz en una noche de verano. ¿Por que? ¿Por qué somos asi? ¿Por qué actuamos de esta forma? Tenemos miedo, miedo a lo desconocido, y por ello depositamos una confianza ciega en quienes creen saber acerca de lo bueno y lo malo. Ilusiones, simples ilusiones, pues ¿Quien sino nosotros puede advertir lo mejor para uno? Pero la vida es complicada y creemos desconocer aquello de lo que nosotros mismos perecemos, qué ilusos, y tan contradictorio.

1 comentario: